EL MANUSCRITO REGIUS (circa 1390)
AQUÍ COMIENZAN LOS ESTATUTOS DEL
ARTE DE LA GEOMETRÍA SEGÚN EUCLIDES
Quienquiera que bien desee leer y
buscar,
Podrá hallar escrito en un viejo
libro
De grandes señores y damas la
historia,
Que, ciertamente, muchos hijos
tenían;
Pero no poseían tierras para vivir
de ellas,
Ni en la ciudad, ni en los campos
o los bosques.
Un consejo les dieron a todos
ellos:
Para decidir en bien de estos
niños,
Acerca de cómo podrían ganarse la
vida
Sin grandes penurias, cuitas ni
luchas;
Y también para la multitud que
llegará.
Algunos de ellos fueron enviados
A buscar grandes clérigos,
Para que les enseñaran buenos
oficios;
Y nos les rogamos, por el amor de
nuestro Señor,
Para que nuestros hijos
encontraran trabajo,
Y pudieran así ganarse la vida,
De forma honesta y muy segura.
Ya en aquellos tiempos, por la
buena Geometría,
Este honesto oficio que es la
masonería
Fue ordenado y creado de tal
manera
Concebido por todos estos
clérigos;
Gracias a sus oraciones
ellos inventaron la Geometría.
Y le dieron el nombre de Masonería
Al más honrado de todos los
oficios.
Los hijos de estos señores se
aplicaron,
En el aprendizaje del oficio de la
Geometría,
Lo cual hicieron muy
cuidadosamente;
La oración de los padres, y
también de las madres,
Les puso en este honrado oficio,
Y aquel que mejor lo aprendía, y
era honesto,
Y superaba en atención a sus
compañeros,
Si en este oficio les aventajaba,
Debía ser más honrado que el
último.
Este gran clérigo se llamaba
Euclides,
Su nombre era conocido en todo el
mundo.
Pero este gran clérigo ordenó
A quien más elevado estaba en este
grado,
Que debía enseñar a los más
simples de espíritu
Para ser perfecto en este honrado
oficio;
Y así debían instruirse el uno al
otro,
Y amarse juntos como hermano y
hermana.
También ordenó qué
Maestro debía ser llamado;
A fin de que fuera más honrado,
Debía ser así entonces tratado;
Pero jamás Masones deben llamar a
otro,
En el seno del oficio entre ellos,
Ni sujeto, ni servidor, ni querido
hermano,
Aunque sea menos perfecto que
otro;
Cada uno llamará a los demás
compañeros con amistad,
Pues de nobles damas han nacido.
De esta forma, por la buena
ciencia de la Geometría,
Comenzó el oficio de la masonería;
Así fundó el clérigo Euclides,
Este oficio de Geometría en
tierras de Egipto.
En Egipto a todos lo enseñó,
Y en distintos países de todas
partes,
Durante muchos años, según he
oído,
Antes de que el oficio llegara a
este país.
Este oficio llegó a Inglaterra,
como os he dicho,
En los días del buen Rey
Adelstonus;
Hizo entonces construir muchas
casas en el bosque,
Y altos templos de gran renombre,
Para gozar de ellos día y noche.
Este buen señor amaba mucho el
oficio,
Y quiso mejorar todas sus partes,
Por las muchas faltas que en él
encontró.
Envió a través del país
Decir a todos los Masones del
oficio,
Venir a él sin tardanza,
Para enmendar juntos tales
defectos
Con buenos consejos, si fuera
posible.
Un buen grupo reunió entonces
De diversos señores, en su rango,
Duques, condes y también barones,
Caballeros, escuderos y muchos
otros,
Y los grandes burgueses de la
ciudad,
Cada uno en su propio rango;
Allí estaban todos juntos,
Para fundar el estatuto de los
masones.
Con todo su espíritu buscaban
Cómo podrían ser gobernados;
Quince artículos quisieron
producir,
Y otros quince puntos fueron
creados.
AQUÍ COMIENZA EL ARTÍCULO PRIMERO
El primer artículo de esta
Geometría:
El maestro masón debe ser digno de
confianza
A la vez constante, leal y
sincero,
Y jamás tendrá nada que lamentar;
Y pagará a sus compañeros según el
coste
De las vituallas, que tú bien
conoces;
Y págales justamente, y de buena
fe,
Lo que puedan merecer;
Y evita, por amor o por temor,
Que ninguna de las partes acepte
ventajas,
Ni del señor, ni del compañero,
sea cual sea,
De ellos no aceptes ningún tipo de
prebendas;
Y como un juez mantente íntegro,
Y entonces a ambos harás buen
derecho;
Y en verdad haz esto allá donde te
encuentres,
Tu honor, tu provecho, será el
mejor.
ARTÍCULO SEGUNDO
El segundo artículo de buena
Masonería,
Como vos debéis entender
especialmente,
Que todo maestro, que sea masón,
Debe asistir a la asamblea
general,
Para lo cual le será comunicado
El lugar en que se celebrará.
Y a esta asamblea debe acudir,
Salvo si hay una excusa razonable,
O sea desobediente al oficio,
O se abandone a la mentira,
O esté tan gravemente enfermo
Que no pueda venir a ella;
Ésta es una excusa buena y válida,
Para esta asamblea, si es sincera.
ARTÍCULO TERCERO
En verdad, el tercer artículo es
Que el maestro no tome aprendiz,
Salvo si puede asegurarle
alojamiento
Con él por siete años, como os
digo,
Para aprender su oficio, y que le
sea de provecho;
En menos tiempo no será apto
Ni provechoso para su señor, ni
para él,
Como podéis comprender por buena
razón.
ARTÍCULO CUARTO
El cuarto artículo éste debe ser,
Que el maestro debe vigilar,
En no tomar a un siervo como
aprendiz,
Ni embaucarle por su propio bien;
Pues el señor al que está ligado
Bien puede buscar aprendiz donde
quiera.
Si en la logia fuera enseñado
Mucho desorden podría causar,
Y en tal caso podría ocurrir
Que algunos se entristecieran, o
todos.
Pues todos los masones que serán
Todos unidos estarán.
Si un siervo en el oficio
permaneciese,
De diversos desórdenes os podría
hablar:
Para tener paz, y honestidad,
Tomad un aprendiz de mejor
condición.
En un antiguo escrito encuentro
Que el aprendiz debe ser de noble
nacimiento;
Y así, muchas veces, hijos de
grandes señores
Han adoptado esta Geometría, que
es muy buena.
ARTÍCULO QUINTO
El quinto artículo es muy bueno,
Que el aprendiz sea de legítimo
nacimiento;
El maestro no debe, bajo ningún
pretexto,
Tomar un aprendiz que sea deforme;
Ello significa, como veréis,
Que todos sus miembros estén
enteros;
Para el oficio sería gran
vergüenza,
Formar a un hombre estropeado, o a
un cojo,
Pues un hombre imperfecto de
nacimiento
Sería poco útil al oficio.
Cada uno puede comprenderlo,
El oficio quiere hombres potentes,
Y un hombre mutilado no tiene
fuerza,
Como sabéis desde hace tiempo.
ARTÍCULO SEXTO
Al sexto artículo no debéis
faltar,
Que el maestro no perjudique a su
señor,
Tomando del señor para el
aprendiz,
Tanto como reciben sus compañeros,
en todo,
Pues en este oficio se han
perfeccionado,
Pero aún no el aprendiz, como
comprenderéis,
Así que sería contrario a la buena
razón
Dar igual salario a él y a los
compañeros.
Este mismo artículo, en tal caso,
Ordena que el aprendiz gane menos
Que sus compañeros, que son
perfectos.
En diversos puntos, sabed en
cambio,
Que el maestro puede instruir a su
aprendiz,
Para que su salario crezca
rápidamente,
Y antes de que haya terminado su
aprendizaje
Su salario habrá en mucho
mejorado.
ARTÍCULO SÉPTIMO
El séptimo artículo, que ya está
aquí,
Os dirá a todos vosotros,
Que ningún maestro, ni por favor
ni por miedo,
Debe vestir o alimentar a ningún
ladrón.
Jamás albergará a ninguno de
ellos,
Ni a quien haya matado a un
hombre,
Ni a quien tenga mala reputación,
Pues traerá vergüenza al oficio.
ARTÍCULO OCTAVO
El octavo artículo nos muestra
Lo que el maestro tiene derecho a
hacer.
Si emplea a un hombre del oficio,
Y no es tan perfecto como debiera,
Puede sin tardanza reemplazarlo,
Y tomar en su lugar a un hombre
más perfecto.
Por imprudencia, un hombre así
Podría deshonrar el oficio.
ARTÍCULO NOVENO
Muy bien muestra el noveno
artículo
Que el maestro debe ser fuerte y
sabio;
Que no emprenda ninguna obra
Que no pueda acabar y realizar;
Y que sea provechoso a sus
señores,
Así como a su oficio, allí donde
vaya.
Y que las obras estén bien
construidas,
Para que ni fisuras ni brechas
haya.
ARTÍCULO DÉCIMO
El décimo artículo sirve para
hacer saber,
A todos los del oficio, grandes o
modestos,
Que ningún maestro debe a otro
suplantar,
Sino estar juntos como hermana y
hermano.
En este oficio singular, todos,
unos y otros,
Trabajan para un maestro masón.
No debe él suplantar a ningún
hombre
Que encargado esté de un trabajo.
El castigo por ello es muy duro,
No vale menos de diez libras,
A menos que sea hallado culpable
Aquel que primero tenía el
trabajo.
Pues ningún hombre en Masonería
Debe suplantar a otro impunemente,
Salvo si de tal manera ha
construido
Que la obra se reduce a nada;
Puede entonces un masón pedir este
trabajo,
Para no perjudicar al señor;
En tal caso, si ocurriera,
Ningún masón se opondría.
En verdad, quien ha comenzado las
obras,
Si es un masón hábil y sólido,
Tiene la seguridad en su espíritu
De llevar la obra a buen fin.
ARTÍCULO UNDÉCIMO
El undécimo artículo, te lo digo
yo,
Es a la vez justo y libre;
Pues enseña, con firmeza,
Que ningún masón debe trabajar de
noche,
A menos de dedicarse al estudio,
Por el cual podrá mejorar.
ARTÍCULO DUODÉCIMO
El duodécimo artículo es de gran
honradez
Pues todo masón, allá donde se
encuentre,
No debe despreciar el trabajo de
sus compañeros
Si quiere mantener su honor;
Con honestas palabras lo aprobará,
Gracias al espíritu que Dios le ha
dado;
Pero mejorándolo con todo su
poder,
Sin ninguna duda entre los dos.
ARTÍCULO DECIMOTERCERO
El artículo trece, que Dios me
ayude,
Es que si el maestro tiene un
aprendiz,
Le enseñará de manera completa,
Para que muchas cosas pueda
aprender
Y así mejor conozca el oficio,
Allí donde vaya bajo el sol.
ARTÍCULO DECIMOCUARTO
El artículo catorce, con buenas
razones,
Muestra al maestro cómo actuar;
No debe tomar aprendiz
A menos de tener diversas tareas
por cumplir,
Para que pueda, mientras duren,
Aprender mucho de él.
ARTÍCULO DECIMOQUINTO
El decimoquinto artículo es el
último;
pues para el maestro es un amigo;
Le enseña que hacia ningún hombre
Debe adoptar un falso
comportamiento,
Ni seguir a sus compañeros en el
error,
Por muchos bienes que pueda
conseguir;
Ni permitir que hagan falsos
juramentos,
Por cuidado de sus almas,
So pena de atraer la vergüenza al
oficio,
Y sobre sí mismo una severa culpa.
DIVERSOS ESTATUTOS
PUNTO PRIMERO
En esta asamblea otros puntos
fueron adoptados,
Por grandes señores, y también
maestros,
Que el que quiera conocer este
oficio y abrazarlo,
Debe amar a Dios y a la santa
Iglesia siempre,
Y a su maestro también, por lo que
es,
Allá donde vaya, por campos y
bosques,
Y amar también a tus compañeros,
Pues es lo que tu oficio quiere
que hagas.
PUNTO SEGUNDO
El segundo punto os voy a decir
Que el masón trabaje el día
laborable
Tan concienzudamente como pueda,
A fin de merecer su salario el día
de descanso,
Pues quien verdaderamente ha hecho
su trabajo
Merece tener su recompensa.
PUNTO TERCERO
El tercer punto debe ser severo
Con el aprendiz, sabedlo bien,
El consejo de su maestro debe
guardar y ocultar,
Y el de sus compañeros, de buen
talante;
De los secretos de la cámara a
nadie hablará,
Ni de la logia, se haga lo que se
haga;
Aunque creas que debes hacerlo,
A nadie digas dónde vas;
Las palabras de la sala, y también
las del bosque,
Guárdalas bien, por tu honor,
De lo contrario sobre ti el
castigo caerá,
Y al oficio grande vergüenza
traerás.
PUNTO CUARTO
El cuarto punto nos enseña,
Que ningún hombre a su oficio será
infiel;
Error alguno le entretendrá
Contra el oficio, pues a él
renunciará,
Y ningún perjuicio causará
A su maestro, ni a su compañero;
Y aunque el aprendiz sea tratado
con respeto,
Siempre está sometido a la misma
ley.
PUNTO QUINTO
El quinto punto es, sin duda,
Que cuando el masón cobre su paga
Del maestro, que él atribuya,
Humildemente aceptada debe ser;
Sin embargo justo es que el
maestro,
Antes del mediodía, le advierta
formalmente
Si no tiene intención de
emplearle,
Como antaño se acostumbraba hacer;
Contra esta orden no puede
rebelarse,
Si reflexiona bien, es en su
interés.
PUNTO SEXTO
El sexto punto debe ser bien
conocido,
De todos, grandes y modestos,
Pues un tal caso puede ocurrir;
Que entre algunos masones, si no
todos,
Por envidia u odio mortal,
Estalle una gran pelea.
Entonces debe el masón, si puede,
Convocar a ambas partes un día
fijado;
Pero este día no harán las paces,
Antes de finalizar la jornada de
trabajo;
Un día de permiso debéis encontrar
Para dar oportunidad a la
reconciliación,
Por temor a que siendo un día
laborable
La disputa les impida trabajar;
Haced de manera que acabe la riña,
Para que permanezcan en la ley de
Dios.
PUNTO SÉPTIMO
El séptimo punto bien podría
decir,
Como tan larga es la vida que el
Señor nos da,
Y así claramente se reconoce,
Que no yacerás con la mujer de tu
maestro,
Ni de tu compañero, de ninguna
manera,
Bajo pena de incurrir en el
desprecio del oficio;
Ni con la concubina de tu
compañero,
Así como no querrías que lo
hiciera con la tuya.
El castigo por ello, sábelo bien,
Es permanecer de aprendiz por
siete años completos,
Quien falte a una de estas
prescripciones
Debe ser entonces castigado;
Pues gran preocupación podrá nacer
De tan odioso pecado mortal.
PUNTO OCTAVO
El octavo punto es, seguro,
Que aunque algún cargo hayas
recibido,
A tu maestro quedas fielmente
sometido,
Pues jamás lamentarás este punto;
Un fiel mediador debes ser
Entre tu maestro y tus compañeros
libres;
Haz lealmente cuanto puedas
Hacia ambas partes, y ésta es
buena justicia.
PUNTO NOVENO
El noveno punto se dirige a aquel
Que es el intendente de nuestra
sala;
Si os encontráis juntos en la
cámara
Servios uno al otro con calmada
alegría;
Gentiles compañeros, debéis
saberlo,
Cada uno ha de ser intendente por
turnos,
Semana tras semana, sin ninguna
duda,
Todos a su vez intendentes deben
ser,
Para servirse unos a otros,
amablemente,
Como si fueran hermano y hermana;
Nadie se permitirá los gastos de
otro,
Ni se librará de ellos en su
beneficio,
Pues cada hombre tendrá la misma
libertad
En este cargo, como debe ser;
Mira de pagar siempre a todo
hombre
A quien hayas comprado las
vituallas,
A fin de que no te haga ninguna
reclamación,
Ni a tus compañeros, en cualquier
grado;
A todo hombre o mujer, sea quien
sea,
Paga bien y honestamente, así lo
queremos;
A tus compañeros darás cuenta
exacta
Del buen pago que has hecho,
Por temor a meterles en un
aprieto,
Y de exponerles a la vergüenza.
Siempre cuentas debes dar
De todos los bienes adquiridos,
De los gastos que hagas en bien de
tus compañeros,
Del lugar, las circunstancias y el
uso;
Estas cuentas debes dar
Cuando te lo pidan tus compañeros.
PUNTO DÉCIMO
El décimo punto muestra la buena
vida,
Cómo vivir sin preocupaciones ni
peleas;
Si el masón lleva una mala vida,
Y en su trabajo no es honrado,
Y busca malas excusas,
Injustamente podrán a sus
compañeros difamar,
Y por tales infames calumnias
Atraer la vergüenza sobre el
oficio.
Si así a éste deshonra,
No le debéis favor alguno,
Ni mantenerle en su mala vida,
Por miedo a caer en fracaso y
conflicto;
Pero no le deis plazo alguno
Hasta no haberle citado
A comparecer dónde bien os
parezca;
En el lugar acordado, de grado o
por fuerza,
A la próxima asamblea le
convocaréis,
Para comparecer ante sus
compañeros;
Y si rechaza allí acudir,
Se le hará renunciar al oficio;
Castigado será según la ley
Que fue establecida en los tiempos
antiguos.
PUNTO UNDÉCIMO
El undécimo punto es de buena
discreción,
Como podréis comprender por buena
razón;
Un masón que conoce bien su
oficio,
Que a su compañero ve tallar una
piedra,
Y que a punto está de romperla,
Ha de cogerla tan pronto pueda,
Y mostrarle cómo corregirla;
Para que la obra del señor no se
estropee,
Muéstrale dulcemente cómo
corregirla,
Con buenas palabras, que Dios te
guarde;
Por el amor de quien mora en lo
alto,
Con dulces palabras nutre su
amistad.
PUNTO DUODÉCIMO
El duodécimo punto es de gran
autoridad,
Allí donde la asamblea se
celebrará,
Habrá maestros, y compañeros
también,
Y otros muchos grandes señores;
Estará el juez de la comarca,
Y también el alcalde de la villa,
Y habrá caballeros y escuderos,
Y además magistrados, como veréis;
Todas las ordenanzas que allí se
adopten
Se han acordado para ser
respetadas;
Contra cualquier hombre, sea quien
sea,
Que pertenezca al oficio bello y
libre,
Si alguna querella hace contra
ellas,
Detenido será y puesto a vigilar.
PUNTO DECIMOTERCERO
El decimotercer punto requiere de
toda nuestra voluntad,
El masón jurará no robar jamás,
Ni ayudar a quien trabaje en mal
oficio,
Por ninguna parte de su botín,
Saberlo debes, o pecarás,
Ni por su bien, ni por el de su
familia.
PUNTO DECIMOCUARTO
El decimocuarto punto es ley
excelente
Para aquel que bajo su temor esté;
Un buen y verdadero juramento debe
prestar,
A su maestro y compañeros que aquí
están;
También fiel debe ser, y
constante,
A todas las ordenanzas, vaya donde
vaya,
Y a su señor leal al rey,
Por encima de todo ha de ser fiel.
Sobre todos estos puntos
Debes tú prestar juramento;
Y el mismo prestarán todos
Los masones, por las buenas o por
las malas,
Sobre todos estos puntos,
Así lo establece una excelente
tradición.
Y de cada hombre averiguaran
Si los pone bien en práctica,
O si alguien es reconocido
culpable
Sobre uno de estos puntos en
particular;
Que se le busque, sea quien sea,
Y que sea llevado ante la
asamblea.
PUNTO DECIMOQUINTO
El decimoquinto punto es excelente
tradición,
Para aquellos que han prestado
juramento
A esta ordenanza, llevada a la
asamblea
De grandes señores y maestros,
como se ha dicho;
Para los desobedientes, yo lo sé,
A la presente Constitución,
Y a los artículos que han sido
promulgados,
Por grandes señores y masones
juntos,
Y siendo sus faltas probadas
Ante esta asamblea, con celeridad,
Y si no quieren corregirse,
Deberán entonces abandonar el
oficio,
Y jurar jamás volver a ejercerlo.
Salvo si aceptan enmendarse,
Jamás tomarán parte en él;
Y si se negaran a ello,
El juez sin tardanza los detendrá,
Y en un calabozo profundo los
encerrará,
A causa de su trasgresión,
Y confiscará sus bienes y su
ganado
En provecho del Rey, en su
totalidad,
Y tanto tiempo allí les dejará
Como plazca a nuestro amado Rey.
EL ARTE DE LOS CUATRO CORONADOS
Oremos ahora al Dios Omnipotente,
Y a su radiante madre María,
A fin de que podamos seguir estos
artículos
Y los puntos, todos juntos,
Como hicieron los cuatro santos
mártires,
Que en este oficio tuvieron gran
estima;
Fueron ellos tan buenos masones
Como pueda hallarse sobre la
tierra,
Escultores e imagineros también
eran,
Por ser de los obreros mejores,
Y en gran estima el emperador los
tenía;
Deseó éste que hicieran una
estatua
Que en su honor se venerara;
Tales monumentos en su tiempo
poseía
Para desviar al pueblo de la ley
de Cristo.
Pero ellos firmes permanecieron en
la ley de Cristo,
Y sin compromisos en su oficio;
Amaban bien a Dios y a su
enseñanza,
Y se habían volcado a su servicio
para siempre.
En aquel tiempo fueron hombres de
verdad,
Y rectamente vivieron en la ley de
Dios;
Ídolos se negaron a erigir,
Y por muchos beneficios que
pudieran reunir;
No tomaron a este ídolo por su
Dios
Y rechazaron su construcción, pese
a su cólera;
Por no renegar de su verdadera fe
Y creer en su falsa ley,
Sin demora el emperador los hizo
detener,
Y en una profunda cárcel los
encerró;
Más cruelmente les castigaba,
Más en la gracia de Dios se
regocijaban.
Viendo entonces que nada podía
Les dejó ir a la muerte;
Quien lo desee, en el libro puede
leer
De la leyenda de los santos,
Los nombres de los cuatro
coronados.
Su fiesta es bien conocida por
todos,
El octavo día tras Todos los
Santos.
* * *
Escuchad lo que he leído,
Que muchos años después, con gran
espanto,
El diluvio de Noé fue
desencadenado,
La torre de Babilonia comenzó a
erigirse,
La más grande obra de cal y canto
Que jamás hombre alguno haya
visto;
Tan alta y grande fue pensada
Que siete mil su altura sombra
arrojaba;
El rey Nabucodonosor la hizo
construir
Tan potente para la defensa de sus
hombres,
Que si un tal diluvio ocurriera
La obra sumergir no pudiera;
Pero tan fiero orgullo tenían y
tanta jactancia,
Que todo el trabajo se perdió;
Un ángel les castigó sus lenguas
dividiendo,
Y así nunca más uno al otro se
comprendieron.
* * *
Muchos años más tarde, el buen
clérigo Euclides
El oficio de la Geometría enseñó
por el mundo,
Y en este tiempo hizo también
Diversos oficios en gran número.
Por la alta gracia del Cristo en
el cielo
Las siete ciencias fundó;
Gramática es la primera, lo sé,
Dialéctica la segunda, me
congratulo,
Retórica la tercera, que no se
niegue,
Música la cuarta, os lo digo,
Astronomía es la quinta, por mis
barbas,
Aritmética la sexta, sin duda
alguna,
Geometría la séptima, y cierra la
lista,
Pues es muy humilde y cortés.
En verdad, la Gramática es la
raíz,
Todos la aprenden en el libro;
Pero el arte supera este nivel,
Como del árbol el fruto es mejor
que la raíz;
La Retórica mide un lenguaje
esmerado,
Y la Música es un suave canto;
La Astronomía da el nombre,
querido hermano,
La Aritmética demuestra que una
cosa es igual a otra,
La Geometría es la ciencia
séptima,
Y distingue la verdad de la
mentira, lo sé;
Quien de estas siete ciencias se
sirva,
Bien puede ganar el cielo.
* * *
Ahora, mis queridos hijos, tened
buen espíritu
Para apartar el orgullo y la
codicia,
Y aplicaos a bien juzgar,
Y a bien conducíos, allá donde
estéis.
Os pido ahora mucha atención,
Pues esto debéis saber,
Pero mucho mejor aún
Que como aquí está escrito.
Si para ello te falta
inteligencia,
Pide a Dios que te la conceda;
Pues el mismo Cristo nos enseña
Que la santa iglesia es la casa de
Dios,
Y no para otra cosa está hecha
Sino para orar, como la Escritura
nos dice;
Es allí donde el pueblo debe
congregarse
Para orar y llorar sus pecados.
Trata de no llegar tarde a la
iglesia,
Por haber tenido en la puerta
palabras libertinas;
Cuando a ella estés en camino
Ten en la mente en todo instante
Venerar a tu señor Dios día y
noche,
Con todo tu espíritu, y toda tu
fuerza.
Al llegar a la puerta de la
iglesia
Tomarás un poco de agua bendita,
Pues cada gota que toques
Limpiará un pecado venial, sábelo
cierto.
Pero antes debes descubrir tu
cabeza,
Por el amor de aquel que murió en
la cruz.
Cuando entres en la iglesia,
Eleva hacia Cristo tu corazón;
Alza entonces los ojos a la cruz,
Y arrodíllate sobre las dos
rodillas;
Ora entonces para que Él te ayude
a obrar
Según la ley de la santa iglesia,
Y a guardar los diez mandamientos
Que Dios a todos los hombres legó.
Y ruégale con voz dulce
Que te libre de los siete pecados,
A fin de que en esta vida puedas
Mantenerte lejos de preocupaciones
y querellas;
Y que te dé además la gracia
Para un lugar encontrar en la
beatitud del cielo.
En la santa iglesia abandona las
palabras frívolas
Del lenguaje lascivo, y las bromas
obscenas,
Y deja de lado toda vanidad,
Y di tu Padre Nuestro y tu Ave
María;
Vigila de no hacer ruido,
Mas estate siempre en oración;
Pero si no quieres rezar,
No molestes al prójimo de ninguna
manera.
En este lugar no estés ni de pie
ni sentado,
Sino en el suelo bien arrodillado,
Y cuando se lea el Evangelio,
Álzate, sin apoyarte en los muros,
Y persígnate si sabes hacerlo
Cuando se entone el Gloria Tibi;
Y cuando acabe la lectura,
De nuevo puedes arrodillarte,
Y caer sobre tus dos rodillas,
Por amor a quien a todos nos ha
redimido;
Y cuando oigas sonar la campana
Que anuncia el santo sacramento,
Debéis arrodillaos, jóvenes y
viejos,
Y elevar las manos al cielo,
Para entonces decir en esta
actitud,
En voz baja y sin hacer ruido:
"Señor Jesús, sé bienvenido,
En forma de pan, como te veo,
Ahora Jesús, por tu santo nombre,
Protégeme del pecado y de la
culpa;
Dame la absolución y la comunión,
Antes de que me vaya de aquí,
Y sincero me arrepiento de mis
pecados,
A fin, Señor, de que jamás muera
en este estado;
Y tú, que de una virgen has
nacido,
No sufras porque me haya perdido;
Mas cuando de este mundo haya
partido,
Otórgame la beatitud sin fin;
¡Amén! ¡Amén! ¡Así sea!
Y ahora, dulce dama, orad por mí".
He aquí lo que has de decir, o
algo parecido,
Cuando te arrodilles ante el
sacramento.
Si buscas tu bien, no ahorres nada
Para venerar a quien todo lo ha
creado;
Pues para un hombre es un día de
alegría,
Que una vez ese día pueda verle;
Es algo tan precioso, en verdad,
Que nadie puede ponerle precio,
Pues tanto bien hace esta visión.
Como dijo san Agustín muy
justamente,
El día en que veas el cuerpo de
Dios,
Poseerás estas cosas, con toda
seguridad:
Comer y beber lo suficiente,
Nada ese día te faltará;
Los juramentos y vanas palabras,
Dios también te perdonará;
La muerte sufrida ese mismo día
En absoluto la has de temer;
Y tampoco ese día, te lo prometo,
Perderás la vista;
Y cada paso que entonces des,
Para ver esta santa visión,
Será contado a tu favor,
Cuando de ello tengas necesidad;
Este mensajero que es el ángel
Gabriel
Exactamente los conservará.
Tras esto, ahora puedo pasar
A hablar de otros beneficios de la
misa;
Ven entonces a la iglesia, si
puedes,
Y oye misa cada día;
Si no puedes acudir a la iglesia,
Allí donde estás trabajando,
Cuando oigas sonar la misa,
Ora a Dios en el silencio de tu
corazón,
Para que te dé parte en este
servicio
Que en la iglesia se celebra.
* * *
Quiero además enseñarte,
Y a tus compañeros, oíd esto,
Cuando ante un señor te presentes,
En una casa, en el bosque o en la
mesa,
La capucha o el gorro debes
quitarte,
Antes de estar frente a él;
Dos o tres veces, sin duda,
Ante el señor debes inclinarte;
Doblarás también la rodilla,
Y tendrás así salvo tu honor.
No te pongas el gorro o la capucha
Hasta que te dé permiso.
Todo el tiempo que hables con él
El mentón alto con franqueza y
amabilidad mantén;
Sí, como el libro te enseña,
Mírale a la cara con gentileza.
Tus pies y manos ten tranquilos,
Sin rascarte, ni tropezar, sé
hábil;
Evita también escupir y sonarte la
nariz,
Espera a estar solo para ello,
Y si quieres ser sabio y discreto,
Gran necesidad tienes de
gobernarte.
Cuando entres en la sala,
Entre personas bien nacidas,
buenas y corteses,
No presumas de nada,
Ni de tu nacimiento, ni de tu
saber,
Ni te sientes ni te apoyes,
Es el signo de una buena y
apropiada educación.
No te dejes llevar en tu conducta,
En verdad la buena educación
salvará la situación.
Padre y Madre, sean quienes sean,
Digno es el hijo que actúa
dignamente,
En la sala, en la cámara, donde te
encuentres;
Las buenas maneras hacen al
hombre.
Presta atención al rango de tu
prójimo,
Para dirigirle la reverencia que
conviene;
Evita saludar a todos a la vez,
Excepto si les conoces.
Cuando a la mesa sentado estés,
Come con gracia y decoro;
Vigila que tus manos estén
limpias,
Y que tu cuchillo sea cortante y
afilado,
Y no cortes más pan para la vianda
Que aquel que puedas comer;
Si así actúas junto a un hombre de
rango superior,
Bien entonces harás.
Déjale que se sirva primero la
comida,
Antes de tocarla tú.
No cojas el mejor trozo, Aunque él
te lo indique;
Mantén las manos limpias y
decentes,
Para no tener que usar la
servilleta;
No la uses para sonarte las
narices,
Ni te limpies los dientes en la
mesa;
Ni mojes mucho los labios en la
copa,
Aunque tengas mucha sed;
Esto te haría lagrimear,
Lo cual no es demasiado cortés.
Mira de no tener la boca llena
Cuando vayas a hablar o a beber;
Si ves que alguien bebe
Escuchando tus palabras,
Interrumpe pronto tu historia,
Para que beba el vino o la
cerveza.
Vigila además de no ofender a
nadie,
Por achispado que esté;
Y de ninguno murmures
Si quieres salvar tu honor;
Pues lanzar tales palabras
En molesta situación te pondrían.
Retén tu mano en el puño
Para evitar decir: "si lo hubiera
sabido",
En un salón entre bellas damas,
Ata tu lengua y sé todo ojos;
No rompas en carcajadas,
Ni armes jaleo como un bellaco.
No bromees si no es con tus
semejantes,
Y no cuentes a todos lo que has
oído;
Ni te vanaglories de tus actos,
En broma o por interés;
Con bellos discursos puedes
realizar tus deseos,
Pero también los puedes echar a
perder.
Cuando te encuentres a un hombre
de valor,
No debes llevar gorro o capuchón;
En la iglesia, el mercado o el
pórtico,
Salúdale según su rango.
Si andas con alguien de un rango
superior al tuyo,
Ves por detrás de él,
Pues esto es de buena educación y
sin falta;
Cuando él hable, estate tranquilo,
Cuando acabe, di lo que quieras,
En tus palabras sé discreto,
Y a lo que diga presta atención;
Pero no interrumpas su historia,
Aunque sea debida al vino, o a la
cerveza.
Que Cristo entonces, por su gracia
celestial,
Os conceda el espíritu y el
tiempo,
Para comprender y leer este libro,
A fin de obtener en recompensa el
cielo.
¡Amén! ¡Amén! ¡Así sea!
Digamos todos, por caridad.
COMENTARIO
El manuscrito Regius es un poema
anónimo cuyo autor era un clérigo, probablemente un diácono (verso
660). Tiene vocablos de influencia francesa que se explican por
los contactos entre Francia e Inglaterra en la Baja Edad Media y
singularmente durante la guerra de los 100 años (1337-1453).
Se puede estructurar en seis
partes:
Primera; Breve historia de la
masonería (versos 1-85): contiene tres motivos principales:
a.- referencia a los problemas
económicos de la masonería derivados de la crisis económica de la
guerra de los cien años y la paralización de las construcciones
arquitectónicas, catedrales y edificios religiosos.
b.- origines egipcios de la
arquitectura inglesa. Si bien el arte gótico fue importado de la
Francia del siglo XII, dicho arte toma como uno de sus modelos de
inspiración el templo de Salomón, el cual a su vez se inspira en
los templos egipcios del nuevo imperio. En los Hechos de los
Apóstoles 7,22 se dice que “Moisés fue enseñado en toda la
sabiduría de los egipcios”.
“Este honesto oficio que es la
masonería
Fue ordenado y creado de tal manera
Concebido por todos estos
clérigos”.
Uno de los clérigos más antiguos
fue Euclides “Así fundó el clérigo Euclides este oficio de
Geometría en tierras de Egipto”. El Arte pasó por muchos paises
hasta que llegó a Inglaterra; “Este oficio llegó a Inglaterra,
como os he dicho, en los días del buen Rey Adelstonus”. Se
menciona al rey Aldelston, o también Athelston (vieja piedra),
pues aldel es una forma arcaica de la palabra older
que quiere decir viejo.
c.- Descripción de la
organización de los masones de la época.
Segunda: Los 15 estatutos y los
15 puntos de la corporación (versos 85-526): Se explican entre
otras cosas:
- La mención de la logia como
taller cubierto adosado a las catedrales en construcción.
- La prohibición de aceptar como
masones a personas tullidas o impedidas para el ejercicio
artesanal. “El maestro no debe, bajo ningún pretexto,
Tomar un aprendiz que sea deforme;
Ello significa, como veréis,
Que todos sus miembros estén
enteros;
Para el oficio sería gran
vergüenza,
Formar a un hombre estropeado, o a
un cojo,
Pues un hombre imperfecto de
nacimiento
Sería poco útil al oficio” (art.
Quinto).
- La fijación del aprendizaje
durante siete años.
“Un masón que conoce bien su
oficio,
Que a su compañero ve tallar una
piedra,
Y que a punto está de romperla,
Ha de cogerla tan pronto pueda,
Y mostrarle cómo corregirla;
Tercera: Se refiere a los cuatro
santos coronados (versos 527-565) como patronos de los talladores
de piedra y modelos de virtudes masónicas. Su leyenda fue
popularizada a través de la obra de Jacques de Vorazze (vorágine)
la “Leyenda dorada”.
Cuarta: Episodio de la torre de
Babel y el diluvio (versos 566-581). El manuscrito Regius se basa
en las “antigüedades judías” (1,4) de Flavio Josefo Episodio
bíblico de la torre de Babel (Génesis 11, 1-9) construida para
salvarse de un segundo diluvio y desafiar a Dios. El texto compara
el pecado de soberbia de algunos reyes y arquitectos de la época
que rivalizaban en construir la catedral o reino más alta y ahora
eran castigados o empobrecidos por la guerra, y los comparaban con
los vanidosos constructores de la torre de Babel, castigados por
Dios con la confusión originada por la diversidad de lenguas.
“El rey Nabucodonosor la hizo
construir
Tan potente para la defensa de sus
hombres,
Que si un tal diluvio ocurriera
La obra sumergir no pudiera;
Pero tan fiero orgullo tenían y
tanta jactancia,
Que todo el trabajo se perdió;
Un ángel les castigó sus lenguas
dividiendo,
Y así nunca más uno al otro se
comprendieron”.
El pesimismo refleja la crisis
social y económica que también había incidido en el oficio de la
construcción a causa de la guerra de los cien años que es
presentada como castigo al orgullo de los hombres.
Quinta: Defensa de las siete artes
liberales (versos 582-607). Ya Vitrubio en sus libros “De
arquitectura” presenta las artes liberales como conocimientos
indispensables para el aprendiz a arquitecto. Las siete artes
liberales forman parte de la iconografía de las catedrales y de la
cultura medieval en general. Su estudio formaba parte del programa
o cursus del estudiante universitario que estudiaba filosofía,
teología y quería salir como maestro en Artes.
“el buen clérigo Euclides
El oficio de la Geometría enseñó
por el mundo,
…Las siete ciencias fundó”;
“Gramática es la primera, lo
sé...”.
“En verdad, la Gramática es la
raíz,
...
La Geometría es la ciencia séptima,
Y distingue la verdad de la
mentira, lo sé”
Sexta: Se explica el código de
buenas costumbres (608-825) de moral cristiana para uso de las
corporaciones profesionales:
“Cuando entres en la iglesia,
Eleva hacia Cristo tu corazón;
Alza entonces los ojos a la cruz,
Y arrodíllate sobre las dos
rodillas;
Ora entonces para que Él te ayude a
obrar
Según la ley de la santa iglesia,
Y a guardar los diez mandamientos
Que Dios a todos los hombres legó.
“Y ruégale con voz dulce
Que te libre de los siete pecados,
A fin de que en esta vida puedas
Mantenerte lejos de preocupaciones
y querellas;
Y que te dé además la gracia
Para un lugar encontrar en la
beatitud del cielo”.
He aquí lo que has de decir, o algo
parecido,
Cuando te arrodilles ante el
sacramento.
Si buscas tu bien, no ahorres nada
Para venerar a quien todo lo ha
creado;
Pues para un hombre es un día de
alegría,
Que una vez ese día pueda verle;
Es algo tan precioso, en verdad,
Que nadie puede ponerle precio,
Pues tanto bien hace esta visión.
Como dijo san Agustín muy
justamente,
El día en que veas el cuerpo de
Dios,
Poseerás estas cosas, con toda
seguridad:
Comer y beber lo suficiente,
Nada ese día te faltará;
Los juramentos y vanas palabras,
Dios también te perdonará;
La muerte sufrida ese mismo día
En absoluto la has de temer;
Y tampoco ese día, te lo prometo,
Perderás la vista”;
“Si no puedes acudir a la iglesia,
Allí donde estás trabajando,
Cuando oigas sonar la misa,
Ora a Dios en el silencio de tu
corazón”.
El manuscrito fue publicado por
James O. Halliwell, The early History of freemasonry in England,
1840. Y posteriormente por D. Knoop, G. P. Jones y D. Hamer, "The
Regius Ms.”, The Two
earliest masonic catechisms, Manchester University, 1938.
Fue objeto de comentarios
por parte de Patrick NEGRIER (recop.)
Textes fondateurs de la tradition maçonnique, 1390-1760,
Paris, 1995, pp. 23-55 y Philippe LANGLET (recop.), Les textes
fondateurs de la franc-maçonnerie, Paris, 2006, pp. 357-363.
Una traducción española en:
Santiago Ansaldo,
«Poema masónico llamado Regius», en
Logia de Estudios e Investigaciones Duque de Wharton, n.° 18,
Trabajos, Gran Logia de España, 1997.
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